Resumen
La formación profesional constituye, sin duda, una de las preocupaciones esenciales de todas las sociedades humanas, en tanto la calidad de vida de los miembros que la conforman depende, entre otros factores, de la calidad de los profesionales que sirven a los miembros de esa sociedad. Al enfrentar esta temática hemos de considerar por lo menos siete aspectos que los educadores deberíamos tener en cuenta. Ellos son los siguientes: salud, educación, personalidad, cultura, ecología, derechos y paz, los cuales se expondrán a modo de reflexión, no sin antes aclarar lo que se entiende por formación profesional como motivo primero y último de este análisis. Al hablar de formación profesional debemos centramos, en primer lugar, en la idea de “formación”. Este concepto debiera ser considerado por los educadores de máxima importancia, puesto que “formar” en educación implica “dar forma a un ser humano”. De acuerdo a esta idea podemos hacer una analogía con lo que el escultor hace con su obra de arte para crear belleza, en tanto el educador forma una obra humana para dar felicidad. Pero la persona en formación es más que una obra de arte, pues los materiales para tal obra se van moldeando con herramientas que son también esencialmente humanas. De tal modo que el educador debe formar una vida cuyo destino será vivir lo más feliz que le sea posible. En consecuencia, una formación profesional no es otra cosa que la prolongación de la educación para la vida feliz, la cual se ha venido trazando a través de todo el proceso educativo, hasta llegar a la educación profesional como etapa superior. Hoy en día debe preocuparnos sobremanera la tendencia mercantilista y deshumanizante de la cultura actual, de la que no está libre la instrucción de los profesionales en medio de la cual el ser humano va perdiendo su capacidad de ver, valorar y escoger lo que evidentemente son dones de la vida, la naturaleza y la cultura, con el fin de incorporarlos en el mundo laboral en que le tocará trabajar. Por lo tanto, los educadores deben asumir la difícil misión de advertir sobre los peligros que hoy asechan al ser humano, y señalar los caminos que llevan hacia la humanización de la formación profesional. Es aquí donde la incidencia del deporte y de la actividad física evidencia su sentido intrínseco. Si los educadores analizan la influencia del deporte y la actividad física en la formación profesional de los universitarios, seguramente encontrarán sólo beneficios. Sin embargo es necesario insistir, desde el plano de la educación, en la explicación de tales beneficios y sus modos de incidir en los aspectos de la realidad humana existente, tanto en forma individual como social. Esto se hace cada vez más urgente toda vez que debemos enfrentar un mundo que hoy tiende a trastrocar valores fundamentales por otros banales.